La reconversión de un antiguo yakuza en esforzado amo de casa da lugar a divertidos equívocos y escenas descacharrantes

yakuza amo de casa

Antes era el amo de los bajos fondos, ahora es el amo de su hogar. ‘Tatsu el inmortal’ ha dejado atrás sus años en la mafia, donde partió unas cuantas costillas, y ahora lo único que parte son puerros para hacer caldo. Esta es la sencilla premisa de ‘Yakuza amo de casa‘, el manga que llega a España de la mano de Ivrea con aura de meme, ya que desde hace tiempo algunas de sus viñetas circulan por la red como ejemplo de que en Japón saben sacar petróleo de la idea más peregrina. Y el caso es que funciona.

Sobre ‘Tatsu el inmortal’ corre la leyenda de que destruyó diez cuarteles generales de bandas enemigas en una sola noche y con las manos desnudas. Sin embargo, de aquellos tiempos solo quedan los llamativos tatuajes, una inquietante cicatriz que le cruza el jeto, unas gafas de cristales ahumados y una actitud sombría que causa pavor entre las señoras con las que se cruza en la cola de la pescadería. Su nueva ocupación consiste en comprar al mejor precio, elaborar los menús más cuquis y saludables posibles y hacer feliz a su esposa, una ejecutiva muy ocupada. Ah, y también vigila al robot aspirador, del que no se acaba de fiar.

Como a todo buen criminal redimido, a Tatsu su pasado le persigue: sus antiguos enemigos y acólitos no acaban de creerse eso de que ahora en lugar de falanges coleccione cupones de descuento, así que se ponen en guardia cada vez que se lo cruzan… cuando va en bici de camino a las rebajas. Una faceta en la que va a tener aprendices.

Un chiste de largo recorrido

¿Cuánto puede estirarse el chiste de Yakuza amo de casa’? A tenor del primer tomo, parece que tiene cuerda para rato, y en Japón la broma ya lleva cuatro tomos. Su autor, Kousuke Oono, se demuestra talentoso en las lides del humor: cualquier escena doméstica se convierte en hilarante con el antiguo mafioso recurriendo a las poses y métodos de su anterior trabajo. Todo ello sin despeinarse y sin dejar de lucir su inseparable delantal, su nuevo uniforme de batalla.

Cocinar, limpiar y realizar el resto de tareas del hogar son un acto tan cotidiano como revolucionario, cuando hay personas que todavía hoy no saben ni freírse un huevo ni desinfectar un inodoro. Hacer reír tampoco es asunto menor, así que este manga es cosa muy seria.

Artículo publicado originalmente en la revista Z